miércoles, 30 de marzo de 2016

EMBARAZO ECTÓPICO

Pues lo años iban transcurriendo, y al alcanzar los 27 años decidimos casarnos (año 2010). 

Como éramos jóvenes, decidimos disfrutar el uno del otro durante un año y fue en el primer aniversario de boda donde decidimos empezar a buscar el fruto de nuestro gran amor. Dejé de tomar las pastillas anticonceptivas.(2011)

Pedí cita a un ginecologo de mi seguro privado para que me realizara las revisiones oportunas antes de empezar a buscar. 

En esa consulta me comentaron que estaba todo correcto, y que podía empezar cuando quisiera. Me recetó ácido fólico para prevenir que el futuro bebé naciera con defectos del tubo neural (espina bífida). Concretamente me recetaron YODOCEFOL (5 euros aproximadamente).


Pues bien, nos pusimos "al lío", y fue al mes siguiente de intentarlo cuando recibí una de las mejores noticias de mi vida.
Habían pasado unos 35 días que la regla no aparecía. Yo normalmente era irregular con el ciclo menstrual (aproximadamente 30 días). Nos cogió de vacaciones en Gran Canarias y en una farmacia de allí me compré un test de embarazo de los normalitos. Cuando me hice la prueba, me creía que me la había hecho mal porque me salió las 2 rallitas rapidísimas. Pensé que mi orina había rebosado el test y no era válido, por lo que decidí al día siguiente comprame otro de una mayor calidad, los de clearblue (15 euros), que te dicen hasta de cuantas semanas estas. Cuando me lo realicé, no podía salir de mi asombro, el test decia que estaba de más de 3 semanas.

Me puse a llorar tanto de emoción como de pánico, no me había dado cuenta de nada, ni sintomas ni nada por el estilo. Cuando se lo enseñé a mi marido, nos pusimos a llorar de felicidad. En ese momento llegué a pensar: "jolines, qué fácil es esto!"....

Seguía en Gran Canarias y lo único que pensaba es que quería volver y decirselo a mi familia, porque se lo quería decir en persona, no por teléfono, para verles sus caras. Nos habíamos ido allí 1 semana...¡qué largos se me pasaron los días!. No tengo nada en contra de la maravillosa ciudad y de sus playas, pero reconozco que mi cabeza no estaba en ese momento para disfrutarlas.
Pues bien, cogimos el avión de regreso y en Sevilla nos esperaba mi padre, pero no le dijimos nada, ya que yo quería llegar a casa de mis padres y dar la noticia a todos juntos (hermanos y mi madre) que casualmente estaban todos esperándome allí.

Cuando llegó el momento y lo dije, como era de esperar se pusieron todos locos de contentos. Por aquella época tenía a mi primera sobrina con 1 mes, y pensamos en la alegría que sería cuando naciera ya que se iban a llevar 10 meses....

Pues bien, a partir de ahora os voy a adjuntar una carta que escribí en esa época explicando lo que me sucedió.

"En los últimos días de mis vacaciones en Canarias, descubrí que estaba embarazada de pocas semanas. Deseaba volver a mi ciudad, Sevilla, para contar la buena noticia y compartir la ilusión con todos los míos.

Nada más saberlo, a través de mi seguro privado, solicité cita al primer ginecólogo que pudo darme cita en el día después de mi regreso de Canarias, de forma que confirmara mi embarazo ya en Sevilla. 

El ginecólogo me realizó una ecografía vaginal y sí, me confirmó que estaba embarazada, pero que al estar de muy pocas semanas no se veía el embrión. Además, la imagen que mostraba la ecografía estaba borrosa, porque según el “profesional”, tenía la vejiga llena. Me dijo que me la tenía que repetir, pero al momento, se arrepintió y dijo que no hacía falta. Me dio incluso una foto de la ecografía y me indicó que solicitase otra cita para finales del mes siguiente, que todo iba muy bien.

Como no quedé conforme con el trato recibido, solicité cita a otro ginecólogo, de otra clínica privada, y me la dieron al día siguiente. Esa misma tarde sangré un poco, pero no le di importancia, ya que me había dicho el ginecólogo que sangrar en el primer trimestre era normal así como sentir punzadas, que también aparecieron.
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Al día siguiente, 27 de Julio de 2.011, me levanté dispuesta a asistir a la consulta del otro ginecólogo para el que pedí cita, pero no llegué… Me entró un dolor fortísimo, indescriptible en el vientre, por el cual, no lograba ponerme erguida. Me entraron vómitos, diarreas y unos sudores que no había toalla que pudiera absorber. Como no podía moverme, mi marido tuvo que llamar a una ambulancia para que me llevaran al hospital, me llevaron al Hospital Macarena, porque era el que estaba más cerca de mi casa.

Los chicos de la ambulancia llegaron y me llevaron muy rápido, para después esperar una hora sentada con mis terribles dolores en un pasillo del hospital, a que llegara el médico ginecólogo de urgencias.

Cuando al fin llegó, se sentó en su consulta y me dijo que ME LEVANTARA Y FUERA A SU MESA. No me lo podía creer, pero no tuve más remedio que hacer el esfuerzo ante la negativa del médico a creer mis dolores, porque no pasaba ninguna auxiliar. Me puse en pie y llegué a la consulta, eso sí, entre vómitos por el esfuerzo.

Le comenté que estaba embarazada de muy pocas semanas (5 o 6 para ser exactos), y me dijo que me iba a realizar una ecografía, pero como no dejaba de vomitar, optó por inyectarme Primperan y Suero (pensó que era gastroenteritis) y me dejó tres horas en una sala tumbada en un sofá, ya que no me podía poner en pie porque se me ponía la vista negra y me quedaba inconsciente (después sabría que perdía sangre de forma alarmante).

En el transcurso de esas tres horas, con más y más dolor, preguntaba a las auxiliares que por qué no me hacían ya la ecografía, y me contestaban que como no me podía levantar para la consulta donde estaba el aparato, tenía que esperar que se me pasase…

Me entraron ganas de ir al WC, las auxiliares insistían en que me levantara y fuese al servicio…PERO SI NO ME PODÍA LEVANTAR PORQUE ME CAÍA REDONDA AL SUELO!!, No pude aguantar más y con toda la vergüenza del mundo me hice mis necesidades encima con mis 28 años. Para más humillación aún, las auxiliares indignadas me echaron la bronca como aquella que lo había hecho queriendo, que si “hay que ver que esto no puede ser”, que si “no lo vuelva a repetir, que es un asco”, que si “no podemos estar limpiándote todo el día”… Estas son las personas que reciben a los enfermos en urgencias.

Me levantaron del sofá para limpiarlo y perdí el conocimiento. Desperté cuando me preguntaban repetidamente mi nombre, tumbada en una cama. Los horribles dolores persistían y eso que me pusieron todo tipo de tranquilizantes. Buscapina, Nolotil…de nada sirvió. Por fin dejaron pasar a mi familia (después de cuatro horas sola) y vino la ginecóloga -que después me enteraría que era Residente-, con el aparato para hacerme la ecografía. Me la hizo vaginal, QUE DOLOR, aquello fue espantoso. Me dijo que lo veía todo borroso porque no me estaba quieta. Me revolvía de dolor, no lo podía remediar.

Al no ver nada claro, no sabían lo que me pasaba y dieron por hecho la GASTROENTERITIS.

Habían pasado ocho horas, mi dolor no solo no cesaba sino que se tornaba insufrible, yo gritaba “no puedo más” con la voz que me quedaba. Los labios azules destacaban en mi rostro pálido y la tensión en 8-4 alertaron a las auxiliares que al fin llamaron a la GINECÓLOGA DE VERDAD y que me salvó la vida.

Me hizo una ecografía por fuera desde el vientre, y vio que lo borroso era SANGRE. Se me había roto una Trompa de Falopio hacía ocho horas. El embrión no llegó al Útero y se quedó a mitad de camino donde creció: embarazo ectópico.

Llevaba ocho horas desangrándome por dentro, en las que perdí tres litros de sangre -el cuerpo humano tiene cinco litros-. Si no llega a tiempo mi ginecóloga, esta carta no os la podría haber escrito.

Me intervinieron con una mini cesárea y necesité varias transfusiones sanguíneas. Estuve ingresada en el hospital Macarena una semana y ahora estoy en casa, donde por suerte me recupero lentamente de una anemia que me ha provocado la desgracia y la negligencia.

Escribo esta carta sin ánimo de recibir nada a cambio, sino con la incrédula esperanza de que mi historia no se repita. Tan sólo me gustaría que quien pudiera tomar cartas en el asunto, reflexionase sobre por qué un residente atiende a solas un servicio de urgencias, y de por qué las auxiliares de enfermería carecen de humanidad.

Para quien no encuentro palabras, es para el Ginecólogo de la consulta privada, ¿por qué no escogió una profesión donde no jugase con la vida de otras personas?

Si él hubiese hecho bien su trabajo, hasta puede que no hubiese sido necesario operarme"

Pues hasta aquí, mi primera decepción en la búsqueda...






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